Qué dulce
eres y tan amarga a veces,
Como un
chocolate, por así decir
O una
melcochita.
Te saboreo
dulce
Desde el
buenos días hasta el sexo.
De vez en
cuando, te encuentro en las vitrinas
Y en los
vendedores de los semáforos;
Y claro, primero
paso como si no fuera a comprarte
O como si no
me interesara probarte,
Vos te
quedas tras el vidrio o tras el plastiquito
Amargándote un
poquito.
Chocolate,
Melcochita.
Qué dulce y
amarga eres.
Yo vuelvo, y
te saco de tu transparente caparazón
Y te quito y
me quito la amargura
Con vos en
mi boca y con mi boca en vos.
Te espero
como espera el café
Tibio,
amargo de por si
Con ese
aroma que arrastra desde siempre.
Te espero
como el café;
Quieto
De vez en
cuando una cucharita me mueve
De vez en
cuando una hornilla me calienta
Y vuelvo a
ese estado
De esperarte
para una charla
Y por qué
no, para quitarte el frio
Con dos de azúcar
y una de crema.
Cuando
corría al borde del mundo
Te encontré,
también corriendo
Vos huías,
Yo no
buscaba,
Ambos
queríamos un nuevo comienzo.
Tomamos el
amor de un dios pirómano
Y desde luego,
nos convertimos en ceniza.
Y no, la
ceniza no fue el comienzo
Sino esa
constante quemazón
De vivir
huyendo y la de morir sin encontrar.
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