¿Cuánto de tu piel hay en otras tierras?
-Pregunta mi agua de casa en casa-
Mis rayos arrancados de tu aliento muerto;
Mis calles de luto, corren sin tus letras colegialas.
Manos pobres e insensatas me aparecieron:
Me hallaba cortejando los cielos que no fuiste,
Y allí encontré una oscuridad enviciada,
Esa oscuridad enemiga tuya desde nunca;
Que me puso a dieta de tu vientre.
Y así: no hallé sino tu común dividido;
Con tus distintas formas y tus distintas voces,
Descubriendo tu rio en cada roca;
Y el pan tuyo, regado en cada entraña que toco
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Leo y entiendo que está en todos lados. De esa forma el olvido es imposible. Un saludo
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